Jamás pensé que recordaría mi infancia con cariño, pero ahora, después de tantos años de aventuras, entre la podredumbre y la decadencia... ¡debo decir que la echo de menos! Sí, mis días eran sencillos y aburridos. Labraba los campos (o fingía hacerlo). Charlaba en la plaza del mercado cuando debía vender productos. Tallaba mi flauta en vez de sembrar. ¡Me escabullía de la granja para bailar toda la noche en la taberna! Pero ahora, décadas más tarde, estoy aquí... ¡siguiendo una luz brillante en el cielo nocturno que atravesó la bruma del Velo hace mucho tiempo! Solo quedan unos pocos supervivientes, pero ninguno de los que he conocido ha visto la misma luz en el cielo. ¡Espero que no crean que mi visión es solo otro de los cuentos valientes de Val que cuentan junto a la hoguera! Valory

Es premonitorio y deshonesto... Cuando los pájaros que guiaban mis pasos cesaron su canto de repente, y cuando el viento que susurraba a las hojas aumentó hasta convertirse en un crescendo silencioso, me detuve. Entonces, cuando capté un destello de luz desde arriba (un reflejo que bailaba en la punta de una lanza en las copas de los árboles), supe que estaba atrapada. Una lluvia de lanzas de los Vukah se abalanzó sobre mí como el fuego que devastó la Cuenca de Gallarda el día que esta cayó. ¡Pero he visto suficiente de este mundo para saber cuándo escabullirme! Agacha la cabeza cuando te ataquen con un hacha. ¡Eso lo aprendí en la corte de los reyes! Así que corrí hacia el ocaso, dejando que los rayos cegaran a mis atacantes. Escapé, y los Vukah no me seguirán hasta aquí. Me pregunto por qué... Tal vez sea porque estoy cerca de esa luz maravillosa que atravesó el cielo hace tanto tiempo. Si los astros así lo desean, conseguiré terminar este capítulo de mi viaje. Valory

¡La Reina Jezmina estaba aquí, y los Antiguos, sus aliados, invocaron la luz que me guio! ¡Qué extraño reencuentro! Aún la recuerdo de bebé en el regazo de su madre. Sus frágiles manos apenas podían sostener mi lira. Lloró cuando rompió la cuerda del medio... La perdoné. Quería ser mi amiga para siempre y sellar esa promesa con sangre. Qué extraña costumbre de Desechos de Luz, pensé, pero ¿por qué no adoptarla? Recuerdo que me hice un corte superficial. Luego, volví a encordar la lira y ella siguió tocando, con las mejillas mojadas por las lágrimas y la palma manchada de motas rojo cereza. Aún conservo la cicatriz de aquel día. Nuestros caminos se cruzan de nuevo, separados por el tiempo. Su objetivo es el mío, y mi cicatriz es la suya. Confío en que mi viaje no termine cuando me meta en esa urna... Después de todo, ¡me quedan muchas más aventuras por vivir! Valory