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Peluquerías del peluquero
Más de una década de trueques, regateos y perfeccionamiento de mis habilidades
Aún recuerdo cuando cada espejo roto significaba el doble de infortunio. Por aquel entonces, cambié la hebilla de mi cinturón por un par de tijeras nuevas y pasé días enteros reparando el techo del salón, contemplando las estrellas. Recorría las constelaciones con la mirada, esperando que revelaran mi destino, mientras la luz plateada de la luna se marcaba en mi memoria. Esa luz me recibe siempre que cierro los ojos, tanto en la vigilia como en el sueño.
Mi vocación siempre fue hacer que mis clientes brillaran más que el sol, pero las estrellas han trazado un nuevo destino para mí.
A medida que la guerra se acerca, la luz me guía en dirección a Fuerte Kelvin. Los muros no bastarán para frenar el asalto, ni tampoco mi hoja de afeitar. La voluntad celestial me exige abandonar mi peluquería. ¿Estoy dispuesto a hacer ese sacrificio? Cómo quisiera alcanzar las estrellas, fundirme en su red de constelaciones, reordenar los hilos... y forzar mi voluntad sobre ellas, solo por una vez.
Ubicación en el mapa
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Mis nuevos clientes son difíciles
Disfrazaban su espanto con una colonia intensa, que no lograba ocultar del todo el sudor que exudaban. Nadie quiso decir por qué. Solo una mujer mayor, de rostro bondadoso y cabello gris despeinado, se atrevió a pronunciar el nombre de lo que todos temían.
Un "temblor en la tierra" que perciben por la noche les roba el sueño. Han informado del fenómeno a la Cuenca de Gallarda, pero fue en vano. Yo, que procedo de la gloriosa capital, confieso que jamás había oído hablar de esta historia. Admitirla como algo más que un informe significaría tallar sus miedos en piedra, así que casi todos optan por callar.
Duermo profundamente y los ruidos perturbadores no logran alcanzarme. Aun así, no descanso. La luz de mis sueños parece más intensa aquí, más viva.
He cerrado la peluquería durante unos días para recuperarme y he pasado el tiempo mezclando pigmentos. El tinte rojo que he preparado brilla al sol como sangre fresca. Espero que no sea un mal presagio. ¿Me habrán traído las estrellas hasta aquí para presenciar una carnicería distinta, más de su agrado?
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