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Mediohueca está destrozada
Las fauces de la tierra
Tardé tres días en repararle el suelo al viejo Olson. Me ofrecí a arreglar las ruedas de su carro, pero estaba decidido a quedarse hasta el final. Comenzó en su jardín. El suelo se ablandó, se desplazó y, finalmente, una pequeña grieta se lo tragó junto a unas malas hierbas medio podridas. Cuando llegó la luz de la mañana, en su patio solo había unas fauces abiertas. Me apresuré a construir vallas y estructuras reforzadas, pero cuando el sol se fue a descansar, hasta estas se hundieron. El agujero se había hecho más grande. Debería haberle echado entonces, aunque tuviera el carro roto. Esta mañana, la cabaña de Olson había desaparecido sin dejar rastro, devorada por la oscuridad. Al principio pensé que había escapado, ya que no escuché llantos ni gritos, pero resulta que las fauces se tragan hasta el sonido. Dejaré el martillo y haré las maletas. No pienso esperar a que me engullan como a Olson y las malas hierbas.
Ubicación en el mapa
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