¡Menudo disparo! El pájaro se desplomó, agitándose y piando. Sus garras agarraban con fuerza este fragmento... ¡una nota! Tuve que sacarla a la fuerza. ¿Será posible?

Querido hermano: No te asustes, estoy sana y salva. Los arqueros no pudieron igualar mi velocidad y a la patrulla fronteriza le faltaban varios efectivos en su guardia. Salí de Pico Aullador y llegué al Bosque del Deleite antes de que las tropas tuvieran la oportunidad de movilizarse. Lord Vorgoth se ha vuelto loco, Talión. ¡El Velo se ha apoderado de su mente! Nos mintió. ¡El rey Gormander no es peligroso! No puedo luchar por esto, y mis cicatrices son prueba de ello. Las llevo con orgullo, sabiendo que hice lo correcto. Ven, por favor. Olvídate de la guerra. Dale la espalda a todo esto. Te echo de menos, Achaparrado. — Atalana

¡Sé que debes de haber estado en la batalla junto al puente! Los ojos de los que huyeron reflejaban su terror. «El Velo», dijeron con voz temblorosa. «El Velo lo cubrió todo». Aun así, los ejércitos de Vorgoth continuaron luchando. Dime, ¿lo inhalaste? ¿Sigues ahí, hermanito? ¿Guiando al rebaño como comandante? Observo el valle cuando el sol está en el punto más alto del cielo, pero no detecto movimiento. Pego el oído al suelo, pero no oigo pasos de botas pesadas. Si estás ahí, hazme una señal, Talión. Te llevaré a la espalda, como en los viejos tiempos. — Tu hermana, Atalana

Guardia del Norte: Lord Vorgoth, mi malogrado y demente rival. ¡Eres un líder mediocre, loco y delirante! Quiero que sepas que seguir tus órdenes me enferma; un peaje que pagué con sangre. Ningún ejército te protegerá. Cruzaré cada abismo, escalaré cada montaña, me prepararé contra el frío glacial. Me esforzaré más allá de la capacidad física del hombre para encontrarte. Y cuando lo haga, mi puntería será certera. Lo juro por el honor de mi hermano. — Atalana Skree

Bajo este antiguo puente yace un arco entre los cadáveres del campo de batalla. Debe de haber pertenecido a un desafortunado comandante consumido por el Velo.