Los arrendajos ya no vuelvan tan despreocupadamente por el aire. Algo está cambiando. Una nebulosa fluye hacia nosotros desde el abismo, como la ola de una marea. La llaman el Velo. Contiene enfermedad y sufrimiento, cambia la tierra y a las personas. Debo entender esta locura, pero descubrir un remedio será difícil, ya que los soldados han cortado las líneas de suministro. — Baltasar

Tomaron la Cuenca de Gallarda. Mataron al rey Gormander. Un ejército de lunáticos, enfermizamente pálidos, que apenas levantaban los pies del suelo sangriento. Se arrastraban por nuestros valles, por la miasma, liderados por el loco Guardia del Norte, Vorgoth. Siempre supe que el Elixir sembraría una semilla de desconfianza. Miro a lo alto de la Torre ancestral, al cielo... No hay escapatoria ni lugar alguno donde esconderse. Debemos perseverar. — Baltasar

El Velo se traga todo, incluso a nosotros. Nos hemos perdido en el crepúsculo, desvanecidos y transformados en un mar de penumbra salpicado de acianos. Jamás había visto una enfermedad, una maldición tan grave. La niebla quema los ojos y los pulmones, pero no llega a matar. Se propaga. Manipula. Nos va comiendo poco a poco, dejando solo un caparazón hueco. No hay cura para esto. Solo el poder de la Llama puede mantener el Velo a raya. — Baltasar

Creo que el Velo está formado por esporas. Fragmentos diminutos, casi minúsculos, que se propagan por el aire... condensados, pesados y potentes. Se aferran a las vías aéreas, a los ojos, al pelaje y a la piel. Se esparcen. Los hongos liberan las esporas al tocarlos, pero puede que hayan anclado sus raíces bajo nosotros desde hace mucho tiempo... Despertamos un mal durmiente en el núcleo de la tierra cuando construimos el primer Pozo de elixir y destilamos el primer Elixir. El Nómada intrigante abrió las compuertas de la ruina. — Baltasar

Tanto en el Velo como en la guerra hay luz. Un destello. Una chispa de esperanza. Un grupo de ancestros me habló... Por primera vez, en una era de clamores, callaron. Planean construir «cámaras de cenizas», recipientes que guiarán a una Llama Ancestral a una carcasa humana. Cuerpo y mente, Llama y carne... Un alma mortal nacida del fuego, capaz de despejar la niebla. Con suerte, daremos la bienvenida a una nueva era de esta forma. — Baltasar