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A solas en un ascensor
Día 1: Atrapado en el ascensor (otra vez)
El ascensor se ha roto. Otra vez. Le pedí al supervisor un millón de veces que ordenara repararlo como es debido, y aquí me hallo, encerrado en un ascensor, cuando todos han acabado el turno. La última vez, mis compañeros pasaron dos días encerrados, pero les tocó un cargamento con comida y hasta una piel de dientes de sable para dormir. Parece que yo no comparto su suerte. Me acompañan solo unos cuantos libros, un pergamino y un carro que suena como si fuera a romperse en cualquier momento. Al menos no tendré que esperar mucho para que me salven.
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Día 2: ¿Dónde está todo el mundo?
Alguien debería haber pasado por aquí, pero el puesto está vacío. Nadie responde a mis gritos de auxilio y, lo que es peor, juraría haber oído algo arrastrándose bajo mis pies. Al principio pensé que eran los bandidos del puerto sur otra vez, pero los sonidos no parecían humanos. Ahora que lo pienso, el supervisor mencionó algo del Velo que se alzaba. Quizá hayan cerrado el sitio sin previo aviso. Sea como sea, ya no importa. ¡Tendré que salvarme por mi cuenta! Empujé un carro hasta el borde y apilé todo el cargamento encima. No bastó para trepar, así que sumé los libros que tenía a mano. El sol se pondrá enseguida, así que por ahora no lo intentaré. Escalar esta estructura tambaleante ya es arriesgado, y con la oscuridad que acecha, más aún.
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Día 3
Condenados libros del demonio. ¿Quién lee libros a estas alturas? Esto no puede estar pasando. Intenté trepar al amanecer, pero me caí de esa maldita torre improvisada. Caí de mala manera. Me duele el hombro y me retumba la cabeza. Y lo peor es que el carro se ha roto. Como el supervisor lo vea, ya me puedo despedir del puesto. Volveré a intentarlo mañana. O cuando me despierte. Tengo que echarme un rato. Todo me da vueltas.
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¿Día 4?
No sé cuánto tiempo habré dormido. En mis sueños vi olas azules, aterciopeladas, mientras unas voces me invitaban con cantos a unirme a ellas en las profundidades. Ha sido un sueño extraño. Seguro que fue por golpearme la cabeza al caer. He gritado pidiendo ayuda. Me muero de hambre. He comido papel. Me duele el estómago. No siento el brazo. Día 5 He perdido la voz. Siento que la garganta se me cierra. Algo me sabe a podrido. No sé si es el papel o la lengua. Día 6 Volví a intentar trepar, pero me caí. Tengo ampollas en las manos. El sol me quema, las voces gritan. Por un momento, pensé que el ascensor se movía. La cabeza me da vueltas. Día... ¿Qué día es hoy? No lo sé. Sigo hambriento. Ansío comer carne. ¿¿?? Está en el aire. Me rodea. Las voces, la podredumbre. No hay escapatoria. No hay aire. Me hundo para siempre.
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