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Viaje de Jezmina por la Ciénaga negra
Jamás vi nada más bello
No hay cuadro, melodía o puesta de sol que pueda compararse a la belleza de este páramo indómito. El verde exuberante de las viñas me recuerda a mi hogar antes de la sequía. Sin las indicaciones de los Antiguos, seguramente me habría perdido. Les agradezco su guía, pero siento lástima por toda la gente que dejé atrás... Por desgracia, esta misión es importante. Debemos repartir las urnas de cenizas alrededor de Valle Ascua por cada alma que no pueda llegar a las Tierras Primaverales a tiempo. Los Antiguos quieren "enviar una señal a los dignos" cuando cumpla mi cometido, pero me pregunto qué quieren decir... Aunque colaboremos estrechamente, guardan sus secretos con recelo. — Reina Jezmina
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Llamamiento a los dignos
No sabía que los Antiguos erigieron estructuras aquí. Mi madre, la reina Gallarda, llamó a la Ciénaga negra una tierra de nadie. ¿Acaso me ocultaba cosas? Colocamos una urna dentro del edificio principal y descubrimos a qué se referían con lo de "enviar una señal a los dignos". Los Antiguos formaron un círculo y extendieron las manos hacia el firmamento. Uno de ellos habló en una lengua extranjera mientras la constelación del cielo nocturno cambiaba. Primero, las estrellas empezaron a titilar y, luego, a contraerse. Me pareció ver el cielo fracturarse en mil pedazos, repleto de puntitos brillantes que reflejaban la luz de mis ojos como un caleidoscopio. Era una clara refracción de todo, simétrica y divina. La luz abrumó mi visión mientras mi cabeza empezó a dar vueltas, y caí al suelo, donde más tarde desperté. Mi madre y yo deberíamos guardar estos secretos. — Reina Jezmina
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