¡Les dije la verdad, pero no me creen! ¡El dragón existe! Lo vi mientras buscaba alcohol en los límites exteriores de nuestro territorio. Cuando me topé con esa cueva y presencié su feroz mirada, con ojos que brillaban con luz mística, me di la vuelta como un torbellino y salí corriendo. ¡Los demás me escupen y se ríen de mí! ¿Qué más da que tomara un poco de licor mientras estaba fuera? ¡Sé lo que vi!

Confío en mis instintos científicos, pero nadie más lo hará. Los demás no creen que exista la espada del dragón. Creen que es solo una fábula de antaño. Pero la existencia de los dragones explicaría el origen de los grandes depósitos óseos fosilizados y nos ayudaría a desvelar si realmente son los ancestros de los Buitre draconiano. Si encuentro la espalda del dragón y la recupero de su caverna olvidada, podría dar credibilidad a mi teoría. Hasta entonces, sería el hazmerreír de mis compañeros si revelara mi verdadera tesis...

No afanes nada, no te aventures en cuevas y acantilados Un dragón dormido, quieto, rígido, vigila los túneles solitarios Sostiene una espada en sus fauces, pero no la cojas, te advierto Para conservar tus dedos, del primero al décimo, tendrás que correr como el viento Su espada es demasiado grande para manos y bolsillos diminutos Y el dragón la parará con sus colmillos desnudos, pues es rápido y astuto Así que aléjate de las Fauces del Dragón, quédate en casa, cerca de los hayedos No cojas lo que no te pertenece y conservarás los dedos